Uno de los más increíbles
es la historia de Natasha Mikhailova, el cual salió a la luz en el año 2009.
Esta niña siberiana, al poco de nacer fue rechazada por sus padres y sólo se la
dejó convivir con unos perros en una azotea.
Lo que ocurrió después fue que Natasha dejó de hablar y comenzó a
ladrar, a beber con la lengua y a caminar a cuatro patas.
Otro caso es en España
Marcos García, Su padre y madrastra, quienes le maltrataban, le vendieron a un
pastor de Sierra Morena con tan solo unos pocos años de edad. Cuando el pastor
murió, Marcos decidió quedarse en las montañas. Un día que Marcos tenía mucho
hambre y frío se metió en una lobera donde había varias crías. Allí se quedó
dormido hasta que aparecieron el gran lobo y la gran loba que regresaban de cazar.
Al principio, cuenta Marcos, le gruñeron y él se echó las manos al cuello para
protegerse de un posible ataque. Pero en un instante todo cambió y los
amenazantes gruñidos se convirtieron en lametazos. Hasta le dieron comida con
su propia boca. Desde ese mismo momento se convirtió en un miembro más de la
manada. Aprendió a cazar con ellos, a hacer ruidos de animales para atraerlos y
poder comer. Hasta se vistió con las pieles de sus presas.
“niño orangután”, del cual
aún no se sabe ni la identidad ni el nombre. Sólo se conoce que tiene entre 4 y
7 años de edad. El caso fue reportado a la policía por los lugareños y el
ejército comenzó una larga búsqueda hasta su captura. Este niño salvaje ha
estado viviendo con orangutanes durante muchos años, viajando y trepando por
los bosques, comunicándose y alimentándose como si fuera un primate más. De
hecho no sabe hablar. Su captura fue especialmente difícil porque los
orangutanes, su verdadera familia, le ayudaron para que no fuera apresado por
el ejército, responsables de la misión. Los soldados tuvieron que sedar a tres
de estos grandes simios con dardos tranquilizantes para poder agarrarle y
llevarle a la localidad más cercana. Cuando ese mismo día fue ingresado en un
hospital, tras unos análisis, los doctores estaban sorprendidos de su buen
estado de salud.
En el año 1996, en
Nigeria, fue encontrado Belo, “el niño chimpancé”, con 10 años de edad
aproximadamente, de los cuales año y medio fue miembro de una comunidad de
chimpancés, quienes le cuidaron y protegieron de los peligros.
Otro caso digno de observación fue el de John
Sebunya en Uganda, encontrado en el año 1991 tras ser criado por monos durante
varios años en la selva.
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