jueves, 12 de abril de 2018

El Fantasma De Mi Vecino, videos de terror (Historia Real, Fantasma Real)



El fantasma del vecino


           Por Rubén Darío Vallejo

  Una noche lluviosa del mes de junio del año 1960, Carlo Vidal regresaba a su casa pegadito a las paredes de las viviendas de la avenida Sabana Larga, evitando que la pertinaz llovizna le mojara, cuando súbitamente se encontró con Rogelio, un antiguo amigo vecino de su hogar, quienes habían crecido juntos en la misma barriada del ensanche Ozama, en la calle Club de Leones.
  Rogelio estaba guarecido en la galería de una residencia donde hoy existe una fábrica de puertas y ventanas.
  __ ¡Carlos… ven, entra… no te mojes! Les llamo Rogelio con la voz casi apagada.
  Al volver la mirada, vio a su amigo con el rostro medio desencajado, la mirada fría y una sonrisa que no era la natural en él.
  __ ¡Entra!-- le repitió, para agregar: ¡esa lluvia puede hacerte daño!
  Vidal obedeció a la invitación y entro en la reducida galería. Mientras permanecía en el lugar, Vidal advirtió que Rogelio conversaba en forma incoherente y hasta algunas veces solo lo veía mover los labios sin escuchar lo que decía.
  Quinces o veinte minutos después, cuando la lloviznas amainó, aunque el cielo parecía encapotado, ambos abandonaron el sitio.
Caminando a paso largo llegaron a la Calle Club de Leones, pero Rogelio, como Carlos, no dobló con destino a su casa, sino que continuó derecho hacia la avenida Las Américas.
  __ ¡Oye!-- le observó Vidal: -- ¿Hacia dónde vas? ¡Es por acá!
  __ ¡No! Contestó Rogelio, no voy para la casa… ¡voy lejos al otro lado!
  Vidal lo vio caminando casi flotando a paso ordinario desapareciendo misteriosamente a la vuelta de la esquina próxima, es decir en la Presidente Vesque. Un poco turbado se detuvo estrujándose los ojos, pero otra vez reapareció cruzando ligero a la otra acerca cuando nuevamente comenzó a llover, en esta ocasión torrencialmente.
  __ ¡Creo que Rogelio está loco! --, se dijo moviendo la cabeza: --pues para ¿Dónde diablo va con este tiempo…? ¡A menos que no sea detrás de una falda!
  Con el pañuelo cubriendo la cabeza, emprendió veloz carrera. Las calle lucían solitarias y las residencias lucían un extraño aspecto fantasmal, mientras las luces de los faroles titilaban como un conjuntos de ojos que se abrían y cerraban a un mismo tiempo.
 



1
  Al acercarse a su casa, aproximadamente a 35 o 40 metros, le pareció ver un grupo de personas entrando en la de Rogelio, ubicada justamente frente a la suya, pero al avanzar, en la galería no había evidencia de vida y las luces de la residencias estaban apagadas.  Sin embargo, aunque extrañado, extrajo el llavero y abrió la puerta. Todos en la casa estaban acostados, de modo que para no despertar a sus padres y hermanos se cuidó de hacer el menor ruido.
  Precavido como era, regreso nuevamente para asegurarse de que la puerta estaba bien cerrada, pero decidió mirar hacia la casa de Rogelio y lo que advirtió le erizaron todos los vellos, exclamando profundamente:
  --- ¡Ho Dios mío!
  Todas las luces de la casas estaban encendidas, la puerta de par en par abiertas y en medio de la había un sarcófago con cuatro velas extrañamente brillantes, pero en el salón no había nadie.
  Desorbitado los ojos retrocedió visiblemente alarmado dispuesto a llamar a su familia, pero cuando nuevamente dirigió la mirada hacia la casa, todo se encontraba a oscuras como anteriormente. Entonces le pareció escuchar la voz de Rogelio llamándole desde la calle en medio de la lluvia.
  Cerrando la puerta lentamente, siempre cuidándose de no hacer ruidos, trató de desvanecer aquella extraña visión e irse a la cama, pero luego de acostarse escucho otra vez la voz de Rogelio llamarle repetidamente:
  --- ¡Carlos… Carlos… me voy lejos… muy lejos!
  La lluvia misma al golpear el techo tenía un toque fúnebre y extrañas voces y conversaciones lejanas parecían originarse en el traspatio y en la calle, mientras la voz de Rogelio continuaba llamándole:
  --- ¡Carlos…, Carlos…, me voy lejos…, muy lejos!
  Esa noche Vidal no durmió, sentía sacudidas de la cama, paso en los pasillos hasta la habitación, luces que cruzaban como relámpagos, voces lejanas y en medio de aquel pandemónium, la lluvia. El sonido de la lluvia era como un miserere fantasmal que llegaba de otros mundos:
  --- ¿Qué será esto, Dios mío?--- se preguntaba angustiado.
  El mismo tic--- tac del reloj en la mesita de noche le llegaba a los oídos como un martilleo, explosionando en su cabeza llena de pensamientos morbosos, y la voz hueca, cavernosa, de Rogelio continuaba exclamando:
  --- ¡Carlos…, Carlos…, me voy lejos…, muy lejos!
  Experiencia como esta que nos revelara el mismo protagonista, no suceden por el mero capricho de una situación psíquica, ni son percepciones fruto del morbo imaginarios, o por mala digestión, según la creencia tradicional.
  Los encuentros, avistamientos, visiones, sueños, objetos que se movilizan misteriosamente, voces o conversaciones sin que veamos de dónde provienen, tienen motivos trascendentales, son el efecto de una causa con su epicentro en ese mundo maravilloso, invisible, que nos rodea.
  En esos mundos hay vidas que nos envían mensajes que tienen que tienen, cual que sea un porque valedero para el presente o para el futuro de la humanidad o personalmente para el que logra la percepción.
  Creemos que todas las calamidades o bonanzas se avisan con antelación a los videntes y hasta en ocasiones se sienten colectivamente.
  Carlo Vidal estaba frente a un acontecimiento fatalista. La voz de una vida después de la vida o de la muerte, lo estaba previniendo. El estaba de lleno inmerso en los espacios de los mundos desconocidos, hombro con hombro con un espíritu que iniciaba el viaje hacia otra dimensión.
2
  Empero, continuemos con el relato.  Más angustiado que temeroso por el castigo que las horas les infligían, decidió levantarse para leer y despejar su mente, pero todo fue en vano, no podía asimilar la lectura.
  La lluvias, los relámpagos intermitentes en sucesivas oleadas lumínicas, se manifestaba en el con fúnebre presagios y, aunque no era hombre supersticioso capaz de interpretar causas o efectos extrasensoriales, Rogelio estaba latentes en sus pensamientos.
  Sumido en la desesperación, camino hacia la galería impulsado por un vehemente deseo de ver. De pronto, el panorama que tenía a la vista se convirtió en un cementerio lleno de cruces y tumbas y flores y la idea de la muerte cruzó por sus pensamientos como uno de los relámpagos de la noche.
  Caer la lluvia y, sobre todo observar la casa de su amigo.
  ¡Ah, la casa de Rogelio! ¿Por qué? Mirándola bien a través del cristal acuoso de la lluvia le parecía entonces un mausoleo.
  Todo era como una fusión tétrica hecha para él y nada más que para él. ¿Qué importancia tenían esas visiones premonitorias? ¿Qué significación personal contenía todo aquel espectáculo que se proyectaba en su mente?
  De pronto, el panorama que tenía a la vista se convirtió en un cementerio llenos de tumbas y cruces y flores. Sintió entonces angustias y miedo.
  La idea de la muerte cruzó por sus pensamientos como unos de los relámpagos de la noche. Se dijo entonces:
  --- ¡Alguien va a morir…., Puede ser Rogelio…, tal vez yo…, quizá un familiar cercano!
  Hay estaba en todas su extensión la visión del cementerio frente a él y también ahí estaba Rogelio, erecto, inmóvil, junto a un mausoleo.
  Se has  dicho que  con frecuencia  estos pensamientos o sueños representan un particular estado anímico o psicológico en que se halla la persona.
  Puede estar agotado o pesar por un periodo de depresión de alguna clase. Pero no, Carlos Vidal estaba anímica y psicológicamente saludable, solo que había un espíritu irradiando a su alrededor, comunicándose con él en el lenguaje propio de ellos.
  Por fin, la lluvia amainó y el día asomo sobre la faz de la tierra, los tiernos rayos de la mañana, que aunque triste y gris, fue un aliciente para él.
  En el momento que les narraba a sus padres la terrible noche que pasó, llamaron a la puerta.
  La noticia le partió en dos mitades el sentimiento: Su amigo de infancia, Rogelio, había muerto a las 4: 00 de la madrugada en la clínica X adonde fue llevado la noche anterior víctima de un derrame cerebral fulminante.
  ¿Mito o realidad?
  La interrogante se estremece. Todo indica que ya en estado de coma, cercana a la muerte, Rogelio, desandando los pasos, le llevó a su amigo el mensaje de su partida hacia otra dimensión.
  ¿Mito o realidad?

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